Este espacio se propone como una marea de tintas, caracolas, bivalvos, plumas y papeles que dicen:
Abrieron desgarrando con una piedra apenas filosa,
el vientre de esa niña.
El horizonte era el vacío y no el lleno, lo arrancado a la duración.
Me asomé a mirar por la ausencia. La niña se abría en dos.
Valor alto, luz. Valor bajo, sombra. La vida dudaba entre ambos.
Notas sonando a momentos.
La permanente secuencia de imágenes ejecutan a la niña estaqueada en el paisaje.
No duran ambas manos sosteniendo la herida. Inventan el agotamiento.
La niña crece.